domingo, 9 de junio de 2013

Brujería

La Brujería es el grupo de creencias, conocimientos prácticos y actividades atribuidos a ciertas personas llamadas brujas (existe también la forma masculina, brujos, aunque es menos frecuente) que están supuestamente dotadas de ciertas habilidades mágicas que emplean con la finalidad de dañar.
La creencia en la brujería es común en numerosas culturas desde la más remota antigüedad, y las interpretaciones del fenómeno varían significativamente de una cultura a otra. En el Occidente cristiano, la brujería se ha relacionado frecuentemente con la creencia en el Diablo, especialmente durante la Edad Moderna, en que se desató en Europa una obsesión por la brujería que desembocó en numerosos procesos y ejecuciones de brujas (lo que se denomina "caza de brujas"). Algunas teorías relacionan la brujería europea con antiguas religiones paganas de la fertilidad, aunque ninguna de ellas ha podido ser demostrada. Las brujas tienen una gran importancia en el folclore de muchas culturas, y forman parte de la cultura popular.
Si bien éste es el concepto más frecuente del término "bruja", desde el siglo XX el término ha sido reivindicado por sectas ocultistas y religiones neopaganas, como la Wicca, para designar a todas aquellas personas que practican cierto tipo de magia, sea esta maléfica (magia negra) o benéfica (magia blanca), o bien a los adeptos de una determinada religión.
Un uso más extenso del término se emplea para designar, en determinadas sociedades, a los magos o chamanes.


Aunque en castellano se utiliza en ocasiones la palabra brujo, en masculino, como sinónimo de mago, con independencia del tipo de magia que practique, el uso más frecuente del término en la actualidad y casi siempre en femenino hace referencia a las personas que practican la magia negra, pero no siempre fue así. Esto se debe a que históricamente tanto en Europa como en Africa y Oriente, las artes adivinatorias, la magia y la hechicería fueron siempre practicadas por varones, excepto en la época en que la brujería demoníaca fue perseguida en Europa durante la Edad Media, momento en el cual las brujas fueron consideradas en su mayoría del sexo femenino. Es con el cristianismo, que la manipulación de las fuerzas ocultas, tradicionalmente en manos masculinas - las únicas con el poder suficiente como para realizar hechizos benéficos-, pasan a ser consagradas a las manos femeninas, las únicas capaces de realizar maleficios malignos para los padres de la Iglesia.

Caza de Brujas

Inquisición 

Durante el siglo de las Luces aparecieron historiadores europeos que acusaban a la Iglesia y a la Inquisición de la caza de brujas porque las persecuciones habían sido en nombre de Dios y habían sido sacerdotes quienes inventaron la imagen de la bruja maléfica. Autores católicos, posteriormente, reivindicaron el papel de la Iglesia aduciendo que la creencia en las brujas no fue una invención de la Iglesia y que fue la justicia de los príncipes la que había asesinado a miles de hombres y mujeres con la acusación de brujería. La controversia se mantiene.

Las primeras condenas de brujos y brujas se realizan en el siglo XIII, con la aparición de la Inquisición, cuya actividad principal no es contra la brujería, sino contra la herejía. En las instrucciones del Papa Alejandro IV del 20 de enero de 1260 a los inquisidores, las brujas no debían ser perseguidas de forma activa, sino sólo bajo denuncia. El motivo es que cualquiera podía denunciar a su vecino por cualquier motivo y las denuncias eran algo cotidiano. La lucha contra las brujas se confunde con la lucha contra el paganismo y las herejías.
Si bien la creencia en la brujería es un viejo fenómeno universal, recién es con el cristianismo que se comienza a perseguir las artes de las brujas como algo maligno y aparece la brujería demoníaca. Hasta ese momento los magos, nigromantes y brujos habían existido en toda Europa, Asia y Africa sin ser perseguidos. Su magia era considerada magia blanca y no una herejía. El Código Teodosiano promulga, por primera vez, una ley en contra del ejercicio de la magia, en 429. En 534, el segundo Código de Justiniano prohíbe consultar a los astrólogos y adivinos por ser una profesión depravada. El Concilio de Ancira o Concilio de Elvira, en 306, declara que matar a través de un conjuro es un pecado y la obra del demonio. El Concilio de Laodicea solicita, en 360, la excomunión de todo aquel que practique la brujería o la magia. Durante la Edad Media, la Iglesia, y en especial la Inquisición, si bien no prendieron directamente las piras, participaron activamente en generar el clima de violencia y paranoia misógina que apareció en Europa en esa época.
Al comienzo la caza de brujas fue dirigida por los tribunales eclesiásticos, es decir, los jueces inquisidores, pero en el siglo XVI estos son reemplazados por los tribunales laicos, o sea, los jueces civiles.
No fue sino hasta 1657, cuando ya habían muerto miles de personas, que la Iglesia condenó las persecuciones, en la Bula Proformandis.

El Pacto

Se atribuía a los acusados de brujería un pacto con el Diablo. Se creía que al concluir el pacto, el Diablo marcaba el cuerpo de la bruja, y que una inspección detenida del mismo podía permitir su identificación como hechicera. Mediante el pacto, la bruja se comprometía a rendir culto al Diablo a cambio de la adquisición de algunos poderes sobrenaturales, entre los que estaba la capacidad de causar maleficios de diferentes tipos, que podían afectar tanto a las personas como a elementos de la naturaleza; en numerosas ocasiones, junto a estos supuestos poderes se consideraba también a las brujas capaces de volar (en palos, animales, demonios o con ayuda de ungüentos), e incluso el de transformarse en animales (preferentemente lobos).
La supuesta capacidad de volar también se asienta sobre algunos informes remitidos por los inquisidores a Felipe II tras su misión en Galicia. Tanto Felipe II como sus antecesores solicitaron a la Santa Inquisición investigaciones sobre la veracidad de las leyendas populares en lo que a la capacidad de volar se refiere. En los primeros informes se afirmaba no haber encontrado nada que pudiera confirmar las historias populares, pero las investigaciones posteriores cambiaron radicalmente y en los siguientes escritos los inquisidores afirmaron haber visto volar a las brujas y salir por las chimeneas con sus escobas.

1 comentario:

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